Alimentación BARF, ¿una dieta alternativa?
Beatriz Eichelbaum; Margarita Rico; Rutn Rodriguez-Bermúdez
La dieta BARF es una dieta alternativa cuyo nombre es la abreviatura de alimentos crudos biológicamente apropiados (biologically appropiate raw food en inglés). Fue desarrollada por el veterinario australiano Ian Billingnurst en el año 2001 , y se explica detalladamente en su libro “The BARF Diet” (Billingnurst, 2001). Los propietarios de mascotas utilizan cada vez más esta dieta, buscando una alimentación más natural y saludable para sus perros y gatos.
Según aparece reflejado en el citado libro, una dieta BARF estándar para perros debería estar compuesta mayoritariamente por huesos carnosos crudos y, en menor medida, verduras, vísceras, diversos aditivos y/o suplementos y frutas (figura 1). Los aditivos y/o suplementos son sustancias que imitan la función alimenticia que poseen la tierra y las heces.
Se debe recalcar que no existen estudios científicos sobre los efectos que supone administrar esta dieta a largo plazo, por lo que la información existente se basa en estudios a como plazo (Handl, 2014). El objetivo del presente artículo es divulgar la información existente hasta la fecha, ya que los profesionales veterinarios deberían conocer las ventajas e inconvenientes de estas dietas antes de asesorar sobre su empleo.
Prácticas, razones y motivaciones
Durante los últimos años se han realizado encuestas de diversos tipos con resultados diferentes en este campo.
Algunas de ellas buscaban conocer el perfil de dueños que optan por dietas para sus mascotas que contienen productos crudos, así como sus motivaciones y conocimientos acerca de este tema.
Los resultados muestran que la mayoría de los encuestados que utilizan las dietas BARF son mujeres, cuya edad media varía de forma considerable (Empert-Gallegos et al., 2020; Morelli et al., 2019; Morgan et al., 2017; Vinassa & Nery, 2019). Algunos de estos dueños conviven con personas de riesgo, como inmunodeprimidos, embarazadas o niños menores de diez años (Empert-Gallegos et al., 2020; Morelli et al., 2019).
La interacción de los animales con todos los miembros de la familia es inevitable; por este motivo, en los hogares donde viven personas de riesgo, los dueños deberían replantearse el uso de estas dietas, debido a que los alimentos crudos pueden transmitir enfermedades.
Esto es extensible a aquellos animales que participen en programas de terapia con mascotas, o los que tengan que interaccionar con personas con sistemas inmunitarios comprometidos (Lefebvre et al., 2008).
La mayoría de los encuestados responden que se informaron de cómo administrar o proceder con estas dietas a través de internet (Morelli et al., 2019; Morgan et al., 2017; Vinassa & Nery, 2019).
En cuanto a los motivos para su administración, la alimentación con dietas BARF responde a un deseo psicológico por parte de los propietarios de cuidar y mejorar la salud de sus animales, usando un método simple y comprensible (Freeman et al., 2013).
Los participantes en las encuestas afirman observar beneficios como un pelaje más brillante, ganancia de masa muscular y dientes más limpios (Hielm-BjÖrkman & Virtanen, 2013; Morelli et al., 2019).
La mayor ventaja que encuentran en su utilización es poder controlar la composición y la calidad de los elementos que la componen, mientras que las desventajas más relevantes son los impedimentos a la hora de adquirir ciertos elementos y el tiempo requerido en la preparación (Morelli et al., 201 9).
Cabe destacar que la mayoría de las personas que emplean estas dietas no consultan a sus veterinarios sobre la formulación de las mismas, ni confían en sus opiniones ni consejos, a pesar de tratarse de personal con formación en nutrición de animales de compañía (Dodd et al., 2020; Empert-Gallegos et al., 2020; Morelli et al., 201 9; Morgan et al., 2017).
Tampoco son realmente conscientes de los riesgos que supone la administración de estas dietas, ya que la mayoría afirman que no suponen un riesgo para sus mascotas ni para ellos mismos (Empert-Gallegos et al., 2020; Vinassa & Nery, 201 9).
Por este motivo, es importante que los profesionales veterinarios realicen un seguimiento exhaustivo de las dietas administradas a sus pacientes, aconsejando a los propietarios cuando acuden a la consulta para realizar las revisiones periódicas, vacunaciones o cualquier otro motivo.
Dodd et al. (2020) realizaron un cuestionario con el que adquirieron 3.673 respuestas de propietarios de perros y gatos procedentes de Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos.
Los resultados obtenidos reflejan que poco más del 1 0% de los perros y el 25% de los gatos, son alimentados exclusivamente con dietas convencionales en sus comidas principales. Sin embargo, la mayoría de estos animales (78% de los perros y 90% de los gatos) son alimentados, al menos parcialmente, con alimentos convencionales. Únicamente el 9% de los animales se alimentan exclusivamente con productos crudos (figura 2).
Se observan importantes diferencias en las prácticas de alimentación dependiendo de la ubicación geográfica. Australia es el país donde más frecuentemente se alimenta con dietas basadas en productos animales crudos, con un 16% de personas que los utilizan exclusivamente, y un 88% que incluyen en la dieta estos productos (figura 3).
Muchos de los dueños que escogen las dietas con productos animales crudos prefieren prepararlas en el hogar que comprarlas ya preparadas (figura 4).
Gran parte de ellos formularon la dieta sin la orientación adecuada, lo que plantea la necesidad de una mayor educación del propietario sobre los riesgos de alimentar con una dieta casera inadecuadamente equilibrada (Empert-Gallegos et al., 2020).
Hay que tener en cuenta que las dietas crudas formuladas en casa tienen el mismo potencial para crear deficiencias nutricionales y efectos adversos en la salud que las dietas con productos cocinados preparadas en el hogar (Dillitzer et al., 201 1 ; Dodd et al., 2020), además de presentar riesgos extras debido a la posible contaminación con patógenos microbianos (van Bree et al., 201 8; Weese et al., 2005).
Por otro Iado, en España, un estudio llevado a cabo por Recio-Ayllón (2018) en el que participaron tanto dueños de mascotas como población en general, reveló que el 39a de los encuestados utiliza dieta BARF y el 70% de los encuestados opina que esta dieta no supone un riesgo para las personas que las administran. Cabe mencionar que estas dietas son aún poco conocidas dentro del ámbito veterinario, ya que solo el 65% de los veterinarios y futuros veterinarios manifiestan conocerlas, y un 70% considera que no exponen a las personas a ningún tipo de riesgo.
De hecho, Ilama la atención que los veterinarios tampoco tengan un conocimiento íntegro de los riesgos asociados que afectan directamente a los animales.
Por eso es importante que se divulgue información contrastada científicamente entre el sector veterinario.
Beneficios y evidencias científicas
A continuación se expone un breve resumen sobre los diferentes estudios que muestran algunos beneficios aportados por estas dietas. Estos estudios son escasos, y los que existen se basan en un pequeño número de muestras.
Enfermedad periodontal
La formación de placa dental da Iugar al comienzo de esta enfermedad, que se establece inicialmente en la superficie del esmalte del diente. Sin una extracción mecánica periódica, como es una masticación adecuada o cepillado de dientes, dicha placa se vuelve más espesa y madura (Marx et al., 2016).
Los huesos tanto corticales como esponjosos son efectivos para reducir el nivel de cálculos dentales acumulados. Los esponjosos son más efectivos, consiguiendo eliminar en 4 días el 82-899d de los cálculos presentes, mientras que los corticales presentan una eficiencia del 65-71 9ó. Además, se consigue el objetivo en un período de tiempo menor, ya que a los tres días con los huesos esponjosos se elimina el 569ó de los cálculos, mientras que con los corticales es el 359ó. La posibilidad de introducir los dientes en la estructura del hueso incrementa el área de contacto, creando más fricción mecánica en el diente. Con los huesos corticales este resultado requiere más tiempo y trabajo (Marx et al., 2016). Además, se estima que la masticación de los huesos carnosos es un buen ejercicio para los músculos y que aporta beneficios psicológicos (Cohen, 2006).
Pelaje
El pelaje también mejora en los perros y gatos alimentados con dietas basadas en carne cruda (Glasgow et al., 2002; Hiney et al., 2020).
Un estudio realizado por Anturaniemi et al. (2020) apunta a una posible mejora de la inmunidad innata y una disminución del estrés oxidativo en los animales alimentados con productos crudos, lo que puede tener un rol importante en la prevención de las hipersensibilidades y en los trastornos del sistema inmunitario a edades tempranas, especialmente en la dermatitis atópica canina.
Aspectos nutricionales: palatabilidad, digestibilidad, heces y nutrientes
En las dietas naturales la palatabilidad es superior, por lo tanto, supondría otro beneficio de las dietas BARF (figura 5). La palatabilidad en las dietas comerciales se adquiere mediante los aditivos y conservantes añadidos, algunos de los cuales pueden causar inflamación intestinal (Glasgow et al., 2002).
Un estudio realizado por Kerr et al. (2012) concluye que las dietas BARF presentan una mayor digestibilidad que las convencionales. Este resultado es similar al obtenido en el estudio de Vester et al. (2010), en el que la digestibilidad de las proteínas también fue superior en las dietas crudas.
No existe uniformidad en los resultados acerca de la mejoría en las heces, pues mientras existen estudios donde la puntuación de las heces es similar en gatos alimentados con dietas BARF o dietas convencionales (Kerr et al., 2012; Vester et al., 2010), en otros se observa una mejoría en la calidad una semana tras comenzar con la administración de la dieta BARF (Glasgow et al., 2002).
Respecto a los huesos carnosos, se conoce que poseen una buena combinación de nutrientes, ya que cuentan con proteínas de buena calidad, una buena suplementación mineral, ácidos grasos esenciales, vitaminas A, D y E, hierro y cobre en la médula ósea, además de todos los antioxidantes y enzimas beneficiosas (Cohen, 2006).
Las dietas BARF presentan una gran palatabilidad.
La inclusión de la dieta BARF en la alimentación de los animales, aunque sea parcialmente, conduce a una ingesta considerablemente mayor de creatina, siendo otro beneficio de este tipo de dietas (Dobenecker & Braun, 201 5). A su vez, los niveles de creatina en el suero sanguíneo son mayores en los gatos alimentados con dietas crudas o cocinadas que en las convencionales (Kerr et al., 2012).
Riesgos microbiológicos y zoonóticos
El hecho de administrar carne cruda supone un riesgo microbiológico porque esta puede contener virus, bacterias y parásitos (Handl, 201 4).
Virus
El virus de Aujeszky (pseudorrabia) representa uno de los principales riesgos, siendo mortal tanto para perros como para gatos (Handl, 201 4). Los animales que entran en contacto con los cerdos afectados o con sus productos cárnicos pueden infectarse y desarrollar enfermedades del sistema nervioso central que tienen un alto riesgo de muerte (The Center for Food Security & Public Health, 2006).
Bacterias
Las bacterias representan el sector más relevante en cuanto a riesgos microbiológicos y zoonóticos que supone la alimentación de mascotas con carne cruda; por este motivo, en la tabla I se muestran de forma resumida los estudios más relevantes publicados en este campo.
Uno de los aspectos claves de la alimentación con dietas crudas es la aparición de resistencias antimicrobianas. El tratamiento térmico es uno de los puntos cruciales para la eliminación o reducción de las bacterias que provienen de los alimentos de origen animal, procedimiento que se elimina si se consumen los productos crudos (figura 6).
Las bacterias, tanto comensales como patógenas, de los animales de producción pueden portar genes con resistencia a los antimicrobianos, que en algunos casos pueden transmitirse con facilidad. La resistencia a los betalactámicos, como las cefalosporinas, de amplio espectro es común en Escherichia coli (Davies et al., 201 9; Suárez & Gudiol, 2009).
Según un estudio de Runesvard et al. (2020), no se debe alimentar a los animales con dietas basadas en alimentos crudos si están siendo tratados con antimicrobianos simultáneamente, debido al riesgo de seleccionar y multiplicar las cepas resistentes.
Enfermedades parasitarias
Los patógenos no bacterianos como los helmintos y los protozoos constituyen otro grupo de patógenos potenciales para los perros y gatos alimentados con dietas crudas, y para sus respectivos dueños y demás animales del hogar.
Entre estos se incluyen: Toxoplasma gondii, Isospora spp., Cryptosporidium parvum, Neosporum caninum, Sarcocystis spp., Giardia, EChinococcus granulosus, Echinococcus multilocularis, Taenia hydatigena, Taenia ovis y Trichinella spp. (Davies et al. 2019; van Bree et al. 201 8).
En el estudio de van Bree et al. (201 8) mencionado en la tabla I se observó que un 6%% de las muestras contenían Toxoplasma gondii, y un 23% de especies de Sarcocystis.
Por otro lado, en el estudio realizado por Strohmeyer et al. (2006), Cryptosporidium spp. estaba presente en el 0,8% de las muestras de productos crudos y en el 4% de las de productos enlatados.
Impacto en la salud y la fisiología animal
Desequilibrios nutricionales
En el artículo de revisión realizado por Davies et al. (201 9) se expone que en los estudios sobre dietas crudas caseras y comerciales se han identificado desequilibrios nutricionales (Freeman et al., 201 3; Freeman & Michel, 2001). Las dietas caseras son más propensas a crear deficiencias y desequilibrios nutricionales (Davies et al., 201 9).
Estas dietas pueden estar formuladas mediante recetas que no están basadas en estudios de nutrición y alimentación verificables. De hecho, las dietas crudas disponibles en el mercado están normalmente formuladas sin basarse en estudios de alimentación, por lo que se desconoce la biodisponibilidad de sus nutrientes y, por tanto, el riesgo de que existan deficiencias es mayor (Davies et al., 201 9; Mehlenbacher et al., 2012).
Dentro de los desequilibrios nutricionales, con frecuencia se halla con un contenido muy alto o bajo de proteínas, o muy alto de grasa. No menos habitual es encontrar una alta o baja suplementación de calcio, que provoca una ratio incorrecta entre el calcio y el fósforo, o de vitamina A. Además, se encontraron deficiencias de vitaminas E y D, e incluso de oligoelementos. También pueden aparecer usos innecesarios de suplementos, o incluso dañinos para los animales, ya sea porque son poco digestibles o porque son tóxicos (Handl, 2014; KÖIIe & Schmidt, 201 5).
Freeman & Michel (2001) realizaron un estudio con las dietas crudas caseras que ciertos dueños ofrecían a sus perros y con dietas crudas comerciales, las analizaron laboratorialmente y lo compararon con los niveles de referencia establecidos por la American Association of Feed Control Officials (AAFCO).
Los resultados demostraban que las dietas tenían tanto déficits como excesos en algunos componentes, y que esto podría derivar en enfermedades como hiperparatiroidismo secundario, dermatosis o anemias por falta de calcio, zinc y hierro, respectivamente; y enfermedades osteomusculares, hipercalcemia o interferencias con la biodisponibilidad de otros minerales por excesos de calcio, vitamina D y zinc, respectivamente.
En cuanto a los minerales, oligoelementos y vitaminas, Dillitzer et al. (201 1) realizaron un estudio con 95 raciones de dietas crudas basadas en carne y huesos. Teniendo en cuenta las recomendaciones del NRC (National Research Council), las raciones de huesos y comida cruda aportaban menos del 25% de los requerimientos de calcio en el 10% de las dietas evaluadas, el equilibrio entre el calcio y el fósforo era menor a 0,6:1 y la cantidad de vitamina D era menor a la recomendada.
La mitad de las raciones aportaban menos yodo que el requerimiento mínimo. Muchas de las raciones tenían un bajo aporte de zinc y cobre, y el 25% de las raciones solo aportaba el 70%, o menos, de la vitamina D recomendada. Un total del 60% de las raciones presentaba uno o más desequilibrios mencionados, y el 40% restante poseía problemas menores (como un exceso de calcio debido a los huesos) o eran equilibradas.
Kerr et al. (201 3) evaluaron y estudiaron cuatro dietas crudas administrándoselas a gatos domésticos jóvenes y felinos exóticos adultos cautivos. Teniendo como fundamento alcanzar los requerimientos mínimos establecidos por el NRC para el crecimiento de los gatos, el primer aminoácido limitante en estas dietas fue el requerimiento combinado de metionina y cisteîna. Se observó que todas las dietas presentaban deficiencias de ácidos grasos esenciales. Asimismo, Mack & Kienzle (2016) examinaron las dietas BARF administradas a cachorros y encontraron deficiencias en la energía aportada en todas las etapas de crecimiento, incluso, en ocasiones, un aporte inadecuado de proteîna. También se encontraron deficiencias de sodio, potasio, algunos oligoelementos (cobre, zinc, manganeso y yodo) y de varias vitaminas; y un aporte inadecuado de calcio y fósforo. Estas deficiencias durante la fase de crecimiento pueden producir trastornos del mismo, especialmente en perros de raza grande.
En la dieta BARF el calcio se administra mediante huesos crudos frescos y cartílagos, pero el aporte de calcio y fósforo de los huesos varía excesivamente. Además, la digestibilidad mediante esta fuente es menor que con otras fuentes de minerales. En el caso del cartílago, este posee una concentración baja de calcio, pero no de fósforo, desequilibrando la ratio, por lo que tampoco es una buena fuente de este mineral (KÖber et al., 201 7).
Se ha encontrado que las dietas basadas en carne cruda pueden causar hipertiroidismo en los animales que las ingieren. Esto puede ser debido a que, en ocasiones, en las dietas BARF se incluye una cantidad excesiva de tejido crudo de las glándulas tiroides. Mediante la evaluación de los perros con concentración de tirosina alta en plasma que se alimentaban con comida cruda (dietas BARF o snacks basados en compuestos crudos) y que posteriormente cambiaron la dieta, se comprobó que, con esta modificación, los niveles de tirosina volvîan a estar dentro de los rangos de normalidad.
Por Io tanto, se concluye que se puede observar tirotoxicosis alimentaria en animales mantenidos con comida cruda y que ante una concentración elevada de esta hormona en plasma, aun cuando el animal no presente signos clínicos, el profesional veterinario debe tener en cuenta la alimentación que está recibiendo el paciente y advertir al cliente que este tipo de alimentación puede resultar en tirotoxicosis (Kohler et al., 2012).
Se conoce desde hace mucho tiempo que si se utiliza material tiroideo crudo, con menos de media hora entre el sacrificio y la administración a los animales, no se observan signos clínicos de hipertiroidismo. No obstante, cuando el tejido se almacena en hielo durante un mínimo de 24 horas, se desarrolla la toxicidad en los animales (Cunningham, 1 898).
Por lo tanto, la congelación de la carne antes de la administración en crudo puede ser una de las causas de tirotoxicosis (Kohler et al., 2012).
Una de las mayores dificultades de la alimentación con dietas BARF es el diseño y la implementación de una dieta que sea equilibrada con respecto a las necesidades de cada individuo (Payne & Ackerman, 201 4). Se debe tener siempre en cuenta el estado fisiológico, tamaño, edad, actividad física y necesidades nutricionales de cada animal.
Con el objetivo de realizar la formulación lo más precisa posible, lo mejor sería que los valores nutricionales de cada materia prima fuesen obtenidos mediante análisis de laboratorio; resultando complicado de llevar a cabo, sobre todo en dietas crudas caseras (Loaiza Arias et al., 2018).
Sin embargo, las comidas procesadas comerciales contienen una combinación de nutrientes completa y balanceada que ha sido científicamente estudiada, algo que es difícil de conseguir con las dietas caseras.
Además, la evidencia científica acerca de las dietas basadas en huesos es circunstancial, y las casas comerciales invierten mucho dinero en investigación para crear dietas que promuevan el bienestar y la salud de los animales (Cohen, 2006).
Problemas derivados de la alimentación con huesos
En caso de administrar huesos se deben considerar todos los factores de riesgo que pueden ocasionar, incluyendo problemas digestivos (figura 7).
En todo caso, se debe tener en cuenta que los accidentes con huesos están relacionados con el tipo y el tamaño de los mismos (Pinto et al., 2020). Los huesos raramente causan problemas una vez que alcanzan el estómago, aunque un exceso de ingesta puede provocar constipación si el perro no está acostumbrado a alimentarse con huesos en su dieta (Cohen, 2006).
Los problemas más habituales relacionados con la ingestión de huesos son lesiones en la zona bucal y en los dientes. También pueden causar obstrucciones en garganta y esófago, estreñimiento, íleo e incluso perforación intestinal (Handl, 2014). Además, la British Veterinary Association (BVA) alerta que la alimentación de perros con huesos puede provocar que las astillas se queden alojadas en la boca, la garganta y el pecho, e incluso dañar el revestimiento del estómago o el intestino, creando lesiones internas extensas que pueden llegar a ser mortales.
Reacciones alimentarias adversas
La alergia alimentaria, o hipersensibilidad, y la intolerancia presentan signos clínicos similares y el manejo nutricional que se debe llevar a cabo es
similar, por ello a las dos se les denomina reacciones alimentarias adversas (Diez, 201 5). Se sospecha que frecuentemente ocurren alergias alimentarias en las mascotas, en concreto, reacciones cutáneas adversas a alimentos, aunque la frecuencia exacta es difícil de determinar (Diez, 201 5). La mayoría de las reacciones son a diferentes proteínas animales (Cox et al., 2020).
El empleo de las dietas basadas en alimentos crudos se ha utilizado como opción para evitar la sensibilización y la alergia alimentaria, pero no existen evidencias científicas de su eficacia en mascotas. Si bien se puede realizar un manejo nutricional con dietas de supresión y provocación mediante dietas caseras, las dietas BARF contienen muchos ingredientes (pueden variar entre 10 y 20 en una semana), por lo que no son las adecuadas para realizar dietas de eliminación, excepto que se formulen con una sola fuente de proteína animal cruda y un solo tipo de vegetales. Por otra parte, las dietas BARF comerciales no suelen ser equilibradas, además de poseer una o más proteínas animales no indicadas en la Iista de ingredientes en más del 60% de las raciones. Por si fuera poco, las proteínas no indicadas en la Iista no son siempre las mismas, sino que pueden variar en función del lote de comida (Cox et al., 2020).
Microbiota y microbioma
En el microbioma, el componente bacteriano es el más extenso y proporciona funciones digestivas esenciales. El microbioma también contribuye al metabolismo, protege contra patógenos y desarrolla el sistema inmune (Zeng et al., 2017). La microbiota intestinal canina, como en otros mamíferos, está influenciada por numerosos factores, como la dieta y la condición clínica (Alessandri et al., 2019).
Algunas especies bacterianas que forman el microbioma fermentan diferentes tipos de fibra y carbohidratos, y otras son proteolíticas. Por lo tanto, los cambios en la dieta afectan a la disponibilidad de esos sustratos en el intestino, lo que resulta en alteraciones del microbioma.
Debido a su resistencia, los cambios inducidos en la composición del microbioma por la dieta se mantienen solo mediante el sostenimiento a largo plazo de la dieta específica (Pilla & Suchodolski, 2021).
La conclusión del estudio realizado por Sandri et al. (2017) es que la modificación del microbioma se puede lograr cuando se aplica una variación considerable de regímenes dietéticos. Específicamente, la administración de alimentos de alta digestibilidad, combinando carne fresca con sustratos fácilmente fermentables, promueve un crecimiento balanceado de las comunidades bacterianas y un cambio positivo en algunas de las funciones del intestino.
Con el resultado del estudio realizado por Alessandri et al. (2019) se comprueba que las dietas BARF y la comercial causan diferencias en la microbiota intestinal canina. Tres de los cinco filos que están presentes en esta microbiota se alteran, específicamente Fusobacteria y Actinobacteria, que se incrementan significativamente con la dieta BARF, y Bacteroidetes, que muestra una tendencia opuesta. También Faecalibacterium sp. se encuentra disminuida en los animales alimentados con dieta BARF.
En humanos, dicha bacteria está asociada a una microbiota sana y se ha reportado que tiene propiedades antiinflamatorias y que es una influencia positiva para la fisiología intestinal. Esto implicaría que las dietas BARF son menos protectoras contra la actividad inflamatoria en el intestino canino. Como era de esperar, géneros bacterianos tales como Faecalibacterium spp., Sutterella spp. y Prevotella spp., que pueden degradar una amplia gama de hidratos de carbono, son más abundantes cuando se alimenta con dietas basadas en alimentos comerciales convencionales.
Recomendaciones oficiales
Las asociaciones oficiales de animales de compañía que desaconsejan las dietas que se basen o contengan alimentos crudos son:
American Animal Hospital Association (AAHA): 201 1.
American Veterinary Medical Association (AVMA): 2012.
Center for Disease Control and Prevention (CDC): 2021.
Canadian Veterinary Medical Association (CVMA): 201 8.
World Small Animal Veterinary Association (WSAVA): 2021.
Y hay dos asociaciones que no parecen tener una clara política sobre esta cuestión:
British Small Animal Veterinary Association (BSAVA). En su página web (201 4) no se desaconseja la utilización de dietas crudas, aunque se recomienda tomar las medidas higiénicas necesarias para minimizar los riesgos. También se afirma que en los hogares donde haya niños o adultos inmunodeprimidos se debe buscar asesoramiento médico antes de considerar preparar, manejar y almacenar comida cruda.
Royal College of Veterinary Surgeons (RCVS) (Bum, 2017).
Conclusiones
A pesar de que muchas de las asociaciones oficiales de animales de compañía desaconsejan las dietas con carne cruda, los propietarios que las utilizan prefieren administrar a sus mascotas lo que ellos consideran una alimentación más natural y saludable. En general, los propietarios que utilizan dietas BARF buscan información en fuentes poco fiables y no se dejan aconsejar por los veterinarios para realizar una dieta adecuada y equilibrada. Además, no suelen ser conscientes de los riesgos que estos productos implican para sus mascotas y para ellos mismos.
Señalar que, en muchas ocasiones, los veterinarios no poseen un conocimiento apropiado acerca de estas dietas, por lo que resultaría de gran interés llevar a cabo una adecuada divulgación científica entre el colectivo sobre este tema. Puesto que la nutrición es un aspecto muy importante dentro de la clínica de pequeños animales, deberían poseer un conocimiento adecuado sobre los diferentes tipos de dietas existentes, así como sus repercusiones en los animales.
Por otra parte, hasta la fecha existen pocos estudios científicos que avalen los beneficios del uso de las dietas BARF para la alimentación de mascotas, la mayoría de ellos están basados en un número reducido de animales. Por lo tanto, sería necesaria la realización de más estudios, con un número relevante de muestras, que permita avalar estos posibles beneficios.
Por el contrario, existen numerosos estudios que evidencian los riesgos microbiológicos y zoonóticos que implica administrar estas dietas, en su mayoría en relación a las bacterias presentes en la carne cruda.
Es importante tener en cuenta que la alimentación con dietas BARF tiene impactos en la salud y la fisiología de los animales que las consumen. El impacto más relevante y trascendente es el desequilibrio nutricional, que puede ocasionar enfermedades originadas por una incorrecta formulación de la dieta.
Por otro lado, también se han observado modificaciones en la microbiota, disminuyendo la cantidad de Faecalibacterium, bacteria asociada a una microbiota sana y con propiedades antiinflamatorias.
Bibliografia
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Fuente: Revista veterinaria
Beatriz Eichelbaum; Margarita Rico; Rutn Rodriguez-Bermúdez